martes, 26 de febrero de 2008

Colegio Francisco Ortiz López (3 años)

Esta semana estoy en el colegio Francisco Ortiz López, con los pequeños y pequeñas de tres años.
Hemos estado hablando de la biblioteca y hemos ensayado como se debe hablar y moverse dentro del espacio bibliotecario, por supuesto hemos hablado de las razones que existen para este comportamiento, y al parecer el mensaje ha sido captado en su totalidad.
También hemos mirado en algún grupo el libro viajero, y quiero felicitar a las madres y a los padres que están participando en la actividad de una manera cercana y emotiva, con relatos de vida maravillosos que están incorporando al Libro viajero y compartiendo de este modo con la comunidad.
Les he contado un cuento y lo hemos comentado, también hubo tiempo para que dos pequeñas nos contarán cuentos. El que conté yo, lo pongo aquí para que dispongáis de el. Tiene trampita este cuento, l@s niñ@s la han descubierto ¡vamos a ver que tal vosotros!

Bela y el jardín olvidado.

Cuando llega la primavera, los árboles se visten de flores, se escucha el suave trinar de las aves y el despertar de la naturaleza del frío sueño invernal.
Bela se ha despertado también. Poco a poco se ha ido desprendiendo de su capullo y está lista para surcar los cielos con sus alas cristalinas.
Vuela y en su vuelo observa todo. Los colores, las formas, el cielo y la tierra, el aire y el sol. Bela es pequeña aún, pero eso no le impide disfrutar del espectáculo que se brinda ante ella.
De flor en flor dando saltitos, pequeños vuelos de aquí para allá. ¡Hay que verlo todo! ¡Hay que disfrutarlo todo!
De pronto Bela llega a un jardín, un gran jardín sombrío. La tristeza se apoderó de ese trocito de universo. Los árboles parecen secos, las flores están marchitas, el pasto amarillea, y las criaturas del jardín se han ido, escapando de la muerte.
¿Qué os sucede? Pregunta Bela a una flor que aún se mantiene medio abierta. Necesitamos agua, llevamos días sin beber. El jardinero se olvidó de nosotras, ya ni siquiera a los árboles riega—respondió la flor.

Yo iré en su búsqueda, le recordaré su obligación, si él os plantó el os debe cuidar.
Así fue Bela y sus alas cristalinas en busca del jardinero y cual no sería su sorpresa cuando lo encontró sentado en un sillón frente a una cajilla luminosa, que parecía cambiar de apariencia a cada rato y que daba voces algunas nada de melodiosas comparadas con el suave canto de las aves.
Se paró en su hombro, revoleteó sobre su rostro, se posó en su cabello, le cosquilleó la mano que apretaba fuerte un pequeño rectángulo negro.
El jardinero de pronto reparó en su atención, la miró despacio cuando Bela quieta se quedó muy cerca de su corazón. Fue entonces cuando algo mágico ocurrió, un pequeño toque al rectángulo negro y las imágenes y voces se habían marchado de la caja luminosa, y el hombre ya de pie, sentía palpitar las alas de la mariposa como si fuesen su propio corazón.
Apareció en el jardín y los ojos del jardinero no daban crédito a lo que veía. Se había enfermado de olvido y el olvido lo había invadido todo.
Bela se acercó a su manos y aleteó con tal fuerza, que el jardinero entendió aquello que debía hacer. No era tiempo de dolerse, era tiempo de actuar.
Pronto muy pronto estuvo el jardín regado, las flores mimadas, los árboles hermoseados, la mala hierba cortada, la pequeña fuente limpia derramando sus aguas claras.
El olvido se había marchado y la alegría regresaba.
Bela jugó un poco más de su vida en ese hermoso jardín y luego se marchó, a otros jardines, a otras aventuras.


...y colorin colorado, este cuento se ha acabado.




Abajo dejo algunas fotografías tomadas durante la sesión.


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