viernes, 26 de septiembre de 2008

Poesía Infantil de denuncia



Piececitos de niño, azulosos de frío, ¡cómo os ven y no os cubren, Dios mío! ¡Piececitos heridos por los guijarros todos, ultrajados de nieves y lodos! El hombre ciego ignora que por donde pasáis, una flor de luz viva dejáis; que allí donde ponéis la plantita sangrante, el nardo nace más fragante. Sed, puesto que marcháis por los caminos rectos, heroicos como sois perfectos. Piececitos de niño, dos joyitas sufrientes, ¡cómo pasan sin veros las gentes!




Esta es una de las poesías más tristes que he leído, una de las más reales y una de las más repetidas.
Hace tiempo que Gabriela Mistral escribió esta poesía enfrentada a la cruda realidad que le tocó vivir en su época de Directora. Ojala pudiera decir que esos tiempos son pasados, pero si las historias tienen cierta tendencia a repetirse debe ser que ahí estan gentes de este mundo propiciando algo para que esto ocurra. Repetimos las más horribles, crueles, injustas…historias, y quien sabe hasta cuándo lo haremos y mientras tanto la poesía sigue latente, sigue contingente.
Fíjense en el hecho que motivó este poema.

Cuando Gabriela Mistral era directora del Liceo de niñas de Punta Arenas (Chile) en la década del ‘10, comenta acerca de las condiciones en que los niños y niñas de esa ciudad van a las escuelas a estudiar. Nos dice Gabriela: “Propuse entonces –inaudita novedad- prolongar el año escolar en los meses templados y crear las vacaciones de invierno. Por mayoría implacable de votos pedagógicos se acordó no innovar, no introducir estas vacaciones invernales que permitirían a los niños no abandonar el calor del hogar paterno para coger fríos iletrados –que la letra con frío no entra- y la razón que me dieron las autoridades educacionales, privadas y estatales del territorio, fue algo que me remeció el tuétano del alma: los niños y niñas necesitaban el tiempo bueno para trabajar en el campo ” (Scarpa en Teiltelboim, pg. 96).
Supongo que ahora quedará más claro quienes son esos "hombres ciegos", y está escrito "son" en presente porque siguen existiendo y tienden a proliferar.
Pero en este juego de la vida, estas personas no juegan solas. Estamos nosotras,
personas con conciencia social que queremos hacer de este mundo otro mundo, y así dejar la poesía de Gabriela como el recuerdo fugaz de una horrible pesadilla o como la joya de la literatura que es.
Dejo enlaces para que podáis mirar que se está haciendo en este momento desde diferentes campos de acción para revertir la pobreza y entre otras cosas, por supuesto, preocuparse de que la infancia sea el momento amoroso, lúdico y protegido que debe ser.














1 comentario:

Carmen Ibarlucea dijo...

Gracias Daniela por incrementarnos la cultura. Yo creo que nada es inocuo y por lo mismo el arte, en todas sus formas, debe ser un compromiso de la persona con su sociedad... y entonces, es eterno.

Algún día ya no será necesaria esta poesía de denuncia, pero la belleza de un corazón compasivo siempre será imprescindible.